El cinismo y la
mentira, enemigos de la democracia
Juani
Boto
Ando bastante cabreado últimamente con
declaraciones y acciones que, a distintos niveles, me retuercen el estómago al
igual que hace un cólico o un pellizco en la barriga de los que da el
graciosillo de turno. Me explico.
Dicen mucho mis amigos Diego e Iván eso de
“la verdad es revolucionaria”, y visto lo visto, en los tiempos que corren,
tienen más razón que un santo, pese a no creer en dichas figuras eclesiásticas.
Parece que ir con la verdad por delante cuesta muchísimo y no es complicado
entender que la mentira se suele utilizar para atender a unos intereses. Es
habitual mentir en lo personal, pero ahí que cada cual valore el grado de
mentira que quiere aceptar en la gente que le rodea. En política, no podemos ni
debemos aceptarla.
Cuando hablamos de política, hablamos de
debate. Debate sobre qué modelo de sociedad queremos, qué modelo de pueblo
queremos, que nuestros recursos sean gestionados públicamente o por organismos
privados llamados empresas que sirven para que sus dueños ganen dinero -no lo
olvidemos-, sobre si entendemos que en nuestra calle debe haber una
farola o si debe arreglarse la que hay, o simplemente porque queremos poner
remedio a que las calles parezcan campos de minas, que no estén llenas de
mierda, vamos.
Otra cosa sería la politiquería, cosa que va
ligada a la política y, en realidad, a todos los aspectos de la vida, lo que
pasa es que en otros ámbitos se le suele llamar de otra manera.
Aquellos que utilizan la politiquería como
arma para hacer política, suelen ser personas que por lo general pretenden
llenarse la cartera gracias al ejercicio de las funciones en la vida pública,
sean políticos, técnicos de la administración o aspirantes a ser cualquiera de
las dos cosas. Hay muchas pruebas de ello con nombres y apellidos. Por otra
parte están los que se conforman con recoger las migajas que dejen los
anteriormente nombrados, pero el papel de estos se suele reducir a hacer
méritos ante los susodichos.
Como soy una persona a la que le cuesta
expresarse con facilidad y claridad, me gusta poner ejemplos para intentar
explicar lo que quiero decir, otra es que consiga hacerlo bien. Así que voy a
desarrollar el título del artículo.
En la noche del sábado se me ocurrió la
genial idea de poner un programa de debate político en el que aparece un
impresentable que dice ser periodista y que además es director de un medio de
desinformación. Debatían sobre la propuesta de Botella de restringir el centro
de Madrid para que las manifestaciones no se desarrollen allí. Tanto el
impresentable, como los políticos del PP que aparecían en un vídeo, utilizaban
la frase-argumento siguiente: “las libertades de unos se acaban cuando empieza
la de los demás”
Los mismos que cacareaban esa frase son los
que pisotean la libertad y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo,
la libertad de acostarnos con y quien nos parezca, los mismos que pisotean los
derechos de los trabajadores, pensionistas, jubilados, autónomos, dependientes,
los mismos que pisotean la sanidad y educación públicas; en definitiva,
pisotean a la mayoría social de este país y lo que es de tod@s. Sin embargo,
pretenden culpabilizar a las víctimas, a aquell@s que no nos resignamos a ser
pisoteados, argumentando que coartamos la libertad de no sé quién.
Esto es normal, tanto el impresentable del
tertuliano, como el PP, representan y defienden unos intereses contrarios a los
nuestros, los de una minoría. Lógicamente cuando llevan a cabo cualquier tipo
de política, no nos van a decir “queremos hacernos más ricos a vuestra costa,
y para eso es también necesario controlaros”
Para mi, esto resulta más sangrante cuando el
cinismo y la mentira provienen, a mi entender, de la mal llamada izquierda. Que
no quepa duda de que me refiero al PSOE, culpable junto al PP, de favorecer a
la banca, eléctricas, Iglesia, desahucios, de hacer reformas laborales que
suponen verdaderos atentados contra l@s trabajadoras y trabajadores, de
retrasar la edad de jubilación, de vender nuestros recursos y patrimonio, de
privatizar la sanidad y educación, de reformar la constitución para pagar a los
bancos antes de que la gente coma; en definitiva, y como he dicho
anteriormente, culpables por defender unos intereses contrarios a los de la
mayoría de este país.
El último caso lo tenemos en el Parlamento Andaluz,
donde PSOE Y PP vuelven a juntarse para defender el artículo 135 de la Constitución que
ellos reformaron en una semana, sin contar con la ciudadanía, ni siquiera con
los grupos parlamentarios –y eso que la Constitución era sagrada- y que nos lleva al
abismo.
Todo eso se escenifica a nivel municipal a
través de sus agrupaciones locales, que no paran de presentar mociones para,
como yo digo, lavarse la cara, ya que, o no sirven para nada, o pretenden
desviar la atención o la responsabilidad, queriendo hacer ver a la ciudadanía
que nos defienden, como si estuvieran en contra de las decisiones de esos
partidos que ellos sustentan con su militancia.
Si están en contra de los desahucios, de que
rescaten bancos o autopistas, de atentados laborales y de todo lo que he
señalado anteriormente, por favor, no colaboren más con esas organizaciones, no
sean partícipes de esta sinrazón; si no, entenderemos que están en política
para recoger las migajas que en lo local pueden meterse en el buche, gracias a
unas siglas con historia que nada tienen que ver con las de su fundación, y
todo, gracias al asentamiento del bipartidismo, fruto de una ley electoral
injusta que nunca han querido tocar.
Ya, si hablamos de los que se creen dueños de
Almuñécar, es el no va más de la sinvergonzonería. No paran de culpabilizar a
los demás de los desastres que ellos mismo han creado, uno tras otro.
Ya se ha demostrado que el acuario es un
desastre de construcción desde su inicio, con pruebas que afirman que desde
hace años está haciendo aguas, que, además, nos ha estado costando más de
300.000 euros al año, más los arreglos; las cuentas demuestran que Peña Escrita
es una tumba de dinero público sin efecto ninguno para la ciudadanía; bueno,
si, el de que nos cueste ingentes cantidades de dinero; un mercado con varios
informes que dictaminan que hay vicios ocultos en su construcción y que los
arreglos posteriores tampoco han servido para nada; millones de euros tirados
en dos parkings que están vacíos prácticamente todo el año, más el perjuicio
causado a los negocios de la zona gracias a los tres años que han estado los
hoyos abiertos; y para colmo, técnicos-políticos que han sido condenados por
compatibilizar su trabajo municipal con el privado; uno de ellos se ha hecho un
chalet de 700 metros donde sólo se podían construir 100, lo que no le impide dar
lecciones de ética un día si y otro también.
Esto parecería de locos si no supiéramos que
en realidad estos discursos, estas huidas hacia adelante, responden a la
voluntad de seguir defendiendo intereses particulares en detrimento de los de
la mayoría.
Es hora de informarse, de no dejarse engañar
por gente que quiere hacer politiquería y no política, que no duda en
utilizarnos para beneficio propio o de terceros, y que su única utopía o
aspiración es vivir a tutiplén a costa de los demás, de lo público, de lo que
es de tod@s.
Es la hora de que la ciudadanía coja el rumbo
propicio y adecuado para conseguir el bienestar de tod@s, es la hora de la
política.
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